Arqueología

La red de 10 mil dimensiones[1]

“…que en un instante, en un ser, Tu enorme biblioteca se justifique…”

 

Por Vanina Hofman y Perla Montelongo

 

 

La Biblioteca de Babel, de Jorge Luis Borges, formó parte del libro “Ficciones” publicado en 1944. Exactamente quince años antes de los orígenes de Internet y cuarenta y cinco de la Word Wide Web (WWW). La investigaciones de la agencia norteamericana DARPA (Defense Advanced Research Projects Agency) que se desarrollaron con motivos bélicos y con la excusa de una eventual guerra nuclear, son el origen del canal de comunicación que hoy conocemos como Internet. En tanto, la WWW, como sistema de documentos de hipertexto y/o hipermedios enlazados, es una de sus posibles utilizaciones. La idea subyacente de la Web se remonta a la propuesta de Vannevar Bush en los años 40 sobre un sistema similar: quedando relegado al plano teórico bajo el nombre de MEMEX y algunos proyectos de la década de los 60, como el Proyecto Xanadu de Ted Nelson y el sistema on-line NLS de Douglas Engelbart.

 

A lo largo de la historia existen innumerables ejemplos que reflejan los anhelos de almacenamiento, búsqueda e intercambio de información, bocetos utópicos que trazan ideas para compartir y acumular datos. Desde la mítica Biblioteca de Alejandría hasta el concepto de memorias electrónicas de Vilèm Flusser[2].

 

En este texto, haremos un análisis de La Biblioteca de Babel -espacio infinito, descentralizado o fantástico- no como un anucio pero sí como una intuición sobre el fenómeno de la Web. La narración del cuento de Borges, a través de su ironía, da cuenta de ciertas características que vinculan al hombre y a sus deseos de conocimiento, búsqueda, archivo, memoria, y modos de acceso y codificación de la información. Hoy, esa ficción, podría servirnos para describir la Web en forma poética. Este recorrido es, entonces, una descripción poco exacta y tal vez algo romántica de Internet y la Web.

 

1- Descripción del espacio como infinito

 

El Universo[3] (que otros entienden como la Biblioteca) se compone de un número indefinido, y tal vez infinito, de galerías hexagonales. De estructuras y apariencias análogas, cada galería –o sitio- guarda un contenido relativamente semejante.

 

La Biblioteca es una esfera cuyo centro cabal es cualquier hexágono, cuya circunferencia es inaccesible. La disposición espacial de los hexágonos pueden dar como resultado una configuración arborescente que se extiende hacia un supuesto sinfín. Las posibilidades de configuración del ciberespacio como red infinita de hiperlinks, tiende a ser una contrucción espacial en constante transformación, la forma depende de la ruta del navegante. Si comparamos las enciclopedias y las bibliotecas tradicionales con la Web comprobaremos que ésta última ha permitido una descentralización repentina y extrema de los espacios y los contenidos.

 

“Los espacios y con ellos «el» espacio están ya siempre dispuestos para la residencia de los mortales. Los espacios se abren por el hecho de que se los deja entrar en el habitar de los hombres. Los mortales son; esto quiere decir: habitando aguantan espacios sobre el fundamento de su residencia junto a cosas y lugares. Y solo porque los mortales, conforme a su esencia, aguantan espacios, pueden atravesar espacios”[4]

 

Aquellos navegantes audaces, de vez en cuando, arriban a los hexágonos carmesí: sitios de formato menor de los naturales omnipotentes, ilustrados y mágicos. Estos hexágonos particulares desafían al lenguaje común, reestructurando los contenidos, abriendo rutas imprevisibles. En el cuento de Borges, los libros son depositarios de información muchas veces incompresible. En el caso de la biblioteca, la interfaz son los libros. En la Web, páginas que simulan un espacio. Curiosamente el diseño de los sitios tomó como referencia el diseño editorial, copiando sus esquemas pero limitando así las posibilidades que el nuevo medio ofrecía.

 

 

2- Información que se almacena

 

La red (como La Biblioteca) contiene distintos idiomas aparentemente indescifrables. Esas proposiciones, a primera vista incoherentes, sin duda son capaces de una justificación criptográfica o alegórica. El libro es la interfaz que comunica el lenguaje oscuro de la Biblioteca con los bibliotecarios. Cuentan que existe un libro, que contiene las letras M C V perversamente repetidas desde el renglón primero hasta el último. (…) Todo eso, lo repito, es verdad. Pero cuatrocientas diez páginas de inalterable M C V no pueden corresponder a ningún idioma, por dialectal o rudimentario que sea.

 

M C V M C V M C V M C V M C V M C V M C V M C V

¿00110101001100110101001101010011010100110101?

 

Agunos insinuaron que cada letra podía influir en la subsiguiente y que el valor de M C V en la tercera línea de la página 71 no era el que puede tener la misma serie en otra posición de otra página. El código binario es interpretado o traducido por el ordenador en códigos ASCII o Unicod. En el caso del primero se leen bloques de cuatro dígitos, en el caso del segundo de ocho dígitos (byte). Por tanto, la posición que ocupe cada 1 y cada 0 determinará su peso en relación al conjunto.

 

Alguien propuso un método regresivo: Para localizar el sitio A, consultar previamente el sitio B que indique el sitio de A; para localizar el sitio B, consultar previamente el sitio C, y así hasta lo infinito… Aunque se supone un camino predeterminado, siempre hay desviaciones. Por tanto, hay una aparente ausencia de rutas. La navegación en la red supone que el objetivo se opaque ante las posibilidades que que ofrece el camino, y sus desviaciones (links).

 

3- Búsqueda como condición humana

 

Cuando se proclamó que la red abarcaba todos los temas, la primera impresión fue de extravagante felicidad. Todos los hombres se sintieron señores de un tesoro intacto y secreto. […] Todo; la historia minuciosa del porvenir, las autobiografías de los arcángeles, el catálogo fiel de la biblioteca, miles y miles de catálogos falsos, la demostración de la falacia del catálogo verdadero, el evangelio gnóstico de Basílides, el comentario de ese evangelio […] las interpolaciones de cada libro en todos los libros (…). Los contenidos de la Web -en poco más de diez años- han generado, por ejemplo, medio billón de versiones sobre nuestra historia. Parece concretarse la ilusión de poseer este acervo infinito que constituye una característica intrínsecamente humana y largamente perseguida.

 

La búsqueda es un atributo inherente al ser humano. La necesidad de almacenar, de expandir las posibilidades de nuestra memoria, aparece cuando nos encontramos perdidos en el laberinto de la propia información que hemos generado. Todos somos potenciales bibliotecarios o navegantes en un mundo cada vez más borgeano.


[1] Nombre que se le da en China a la World Wide Web –www- Del chino wàn wéi wǎng ()

[2] Consultar Vilém Flusser: Memories, en Ars Electronica 88.

[3] Todas las oraciones en itálica son citas literales del cuento de Jorge Luis Borges “La biblioteca de Babel” extraído del libro Ficciones, Ed. Alianza, Madrid, 1999.

[4] Heidegger, Martin: “Construir Habitar, Pensar”,

 


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